Recientemente restaurada en el exterior, esta enorme iglesia neoclásica con dos torres ornamentadas es famosa por sus frescos interiores. Frente a la iglesia, hay una gran ceiba con una pesada campana de metal colgando de una de las ramas, que rememora las campanas que sonaban para llamar a los esclavos de las plantaciones de azúcar. Debajo, en el suelo, hay un gran engranaje de metal antiguo de un ingenio azucarero.

Este museo es una farmacia de medicina natural del siglo XIX perfectamente conservada que, a través de grandes vidrieras, da al Parque de Libertad. La farmacia cerró sus puertas en 1964, y se ha conservado tal como estaba ese día, hasta la gran caja registradora ornamentada; el libro de registro con recetas escritas a mano para cada receta; los rollos de papel marrón para envolver las botellas de vidrio que se llenaban y etiquetaban individualmente; y las hermosas vitrinas de cristal y madera que sostienen cientos de jarras decorativas de porcelana. Hay visitas guiadas a la destilería detrás de la tienda, donde los farmacéuticos fabricaron sus jarabes y tónicos característicos de fama mundial.

Este museo magníficamente restaurado merece una visita por sus exposiciones de amplio espectro sobre todo, desde arqueología hasta etnología, numismática y armamento colonial. El museo tiene un bello y luminoso patio interior que muestra algunos encantadores muebles de principios del siglo XIX, así como un adornado coche fúnebre tirado por caballos. Mucha luz natural ilumina el popurrí estrafalario de la época victoriana con exhibiciones de historia natural, desde insectos, mariposas, polimitas (caracoles con conchas multicolores) hasta pulgas en preservado con vestido nupcial, vistas bajo una lupa. Botones antiguos y hebillas, plumillas, máscaras mortuorias, un trono de logia masónica en forma de pavo real. En el lado histórico, están las fotografías habituales de los héroes de Cárdenas de las guerras de independencia y la Revolución y un espantoso recordatorio de los riesgos que tomaron los rebeldes, en forma del garrote utilizado para estrangular a las víctimas hasta la muerte.

Este distintivo edificio de color azul pizarra fue construido en 1838 para la acaudalada familia del Junco y desde 1980 alberga una colección de artefactos, fotografías, recuerdos y herramientas, algunas de ellas horripilantes, que narran las industrias azucareras y los esclavos, con las que se construyeron las riquezas de la ciudad.

Un poco abrumada por el tráfico, esta histórica plaza es el centro cultural de Matanzas, con el Museo Provincial de Matanzas en una esquina y el magnífico y neoclásico Teatro Sauto que ocupa todo un lado. En el medio de la plaza se encuentra la estatua de mármol de un luchador anónimo de la independencia conocido como El Soldado Desconocido. Hay un par de cafés frente al teatro y una galería de arte moderno para explorar.